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El comportamiento humano a escala masiva sigue el mismo patrón que el crecimiento de las galaxias

La llamada Ley de Zipf reveló en la década de 1940 que sistemas como las lenguas o las ciudades no se organizan de manera completamente aleatoria. En la década de 1940, un lingüista de la Universidad de Harvard llamado George Kingsley Zipf, analizando la lengua inglesa, se dio cuenta de que la frecuencia con que en esta aparecen las palabras no es aleatoria, sino que obedece a una ley empírica.

La formulación de la Ley de Zipf señala que el segundo elemento más reiterado de un idioma se repetirá aproximadamente con una frecuencia de 1/2 con respecto al primero (en inglés, the); y el tercer elemento con una frecuencia de 1/3… y así sucesivamente. La Ley de Zipf ha sido desde entonces aplicada a diversos sistemas, y no solo las lenguas. Economistas como Paul Krugman y Xavier Gabaix la han aplicado, por ejemplo, a las ciudades.

Así se ha demostrado que, si la ciudad más grande de Estados Unidos tiene una población de ocho millones de personas, la segunda ciudad más grande tendrá una población de cuatro millones (8/2); y la tercera tendrá una población de 8/3 millones, etc. Y que, si las ciudades se ordenasen por tamaños, el rango de cada ciudad sería inversamente proporcional al número de personas que en ella habitasen.

COMPORTAMIENTO HUMANO Y GALÁCTICO

¿Por qué se da esta pauta en los sistemas? Hasta ahora no se sabía la razón. Ahora, dos investigadores del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian (EE.UU.) llamados Henry Lin y Abraham Loeb parecen haber encontrado una respuesta al misterio en las matemáticas. A partir de un nuevo modelo, Lin y Loeb han descubierto que existe un paralelismo notable entre la manera en que los humanos levantan sus ciudades terrestres y la manera en que se forman las galaxias en el cosmos. Ambos procesos, aseguran, son matemáticamente equivalentes, lo que implicaría que en ambos sistemas funciona un mismo principio unificador.

Para llegar a esta conclusión, “consideramos la densidad poblacional como la cantidad fundamental, y pensamos en la ciudades como en objetos que se forman cuando la densidad de población excede un umbral crítico”, explican los investigadores en un artículo recogido por arXiv. Lo que se desveló es que las ciudades se forman por variaciones en la densidad de población similares a las variaciones en la densidad de materia que dieron lugar a las galaxias en el universo primitivo, publica MIT Techonology Review. En otras palabras, que el comportamiento humano a escala masiva sigue el mismo patrón que el crecimiento de las galaxias.

Original source: http://www.madrimasd.org/informacionidi/noticias/noticia.asp?id=62699

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París anuncia medidas radicales para detener gentrificación

© looking4poetry [Flickr CC]

La Alcaldía de París ha publicado un radical plan gubernamental para detener el proceso de gentrificación que viven los barrios del centro de la capital francesa: a través de un comunicado oficial, el gobierno regional anunció un listado de 257 direcciones -8.021 departamentos-, en los cuales el ayuntamiento se otorgaría el derecho a rechazar la venta de inmuebles, con tal de convertirlos en viviendas subsidiadas.

Los planes de Anne Hidalgo -la primera mujer a cargo de la Alcaldía de París- apuntan tanto a incrementar las opciones de arriendo subsidiado como a asegurar zonas residenciales de gran conectividad, servicios y equipamiento en el centro histórico a personas de bajos y medios ingresos, evitando su expulsión a la periferia desde barrios progresivamente habitados por grupos de altos ingresos, los llamados ghettos de millonarios.

De inmediata aplicación desde el miércoles 17 de diciembre, el plan sigue la línea del anterior gobierno parisiense, Bertrand Delanoë -mentor político de Anne Hidalgo-, quien dedicó amplios esfuerzos en atajar el proceso de gentrificación que vive la capital francesa, cartografiado prolíficamente por la geógrafa Anne Clerval en “Las dinámicas espaciales de la gentrificación en París” (Les dynamiques spatiales de la gentrification à Paris). En ese sentido, Frédérique Lahaye, director de Vivienda del gobierno de Delanoë, señaló en 2013 que “todos tienen el derecho a la belleza y a vivir en un bello ambiente y no es sólo el dinero el que debe determinar quien vive (y) dónde”.

Con predominio de barrios antiguamente obreros del norte y este de París -actualmente en proceso de reconversión urbana y social-, el plan se aplicará en ocho distritos (arrondissements) de la capital (2°, 10°, 11°, 12°, 15°, 17°, 18° y 20°), y los edificios escogidos responden a tres criterios: tipo de condominiums, porcentaje de déficit de viviendas sociales en el área y edificios en donde al menos exista un 15% de demanda de vivienda social, según informa Les Echos [francés].

Dinámicas espaciales de la gentrificación en París desde la década de 1960. Image © Anne Clerval, 2008

El plan parisiense buscará que cuando algunos de los apartamentos de cualquiera de las 257 direcciones se encuentre en venta, por ley deberán ser ofrecidos al gobierno metropolitano. El apartamentos será vendido a precio de mercado. Sin embargo, el precio ofrecido sería decidido por el ayuntamiento y no el vendedor. Si el propietario no le gusta el ofrecimiento, puede apelar a un juez independiente para su recálculo de precio o bien puede retirar la propiedad del mercado. Eso sí, lo que el propietario no puede hacer es vender el apartamento a otra persona, sin antes haberlo ofrecido a la Alcaldía.

Tal como recoge Citylab, Ian Brossat, funcionario de la Alcaldía, justifica la decisión del gobierno metropolitano:

Optar por diversidad y solidaridad, contra la exclusión, el determinismo social y la lógica centrífuga del mercado (inmobiliario). También ayuda a reducir las desigualdades entre el este y el oeste de París. En particular, en donde el desarrollo de la oferta social es insuficiente.

Autor: Nicolás Valencia. En plataformaarquitectura 5/01/2015

Urbanismo y desigualdad social en un barrio de Barcelona

José Mansilla, miembro del Observatori d’Antropologia del Conflicte Urbà (OACU)

Antes de nada quiero reconocer el homenaje, casi plagio, que hago del canónico trabajo de David Harvey, Social Justice and the City, editado comoUrbanismo y Desigualdad Social en su traducción al castellano, en el título del presente artículo. Reconozco mi total devoción por la obra de Harvey por lo que no es de extrañar que, a la hora de pensar en una frase corta y atractiva que definiera el texto que viene a continuación, me viniera a la mente el nombre de uno de sus trabajos más conocidos. Eso por un lado y, por otro, porque define como pocos la dialéctica transformadora que se está produciendo en la actualidad en muchos de nuestros barrios y ciudades.

El urbanismo, como ya señalara Herni Lefebvre hace más de 40 años, se ha convertido en uno de los principales instrumentos del capital a la hora de controlar el espacio. Las dinámicas que azotan las ciudades bajo el neoliberalismo han llevado a las mismas a convertirse en verdaderos objetos de deseo para el capital financiero e inmobiliario. Ejemplos tenemos a miles, desde la venta de promociones completas de pisos de protección oficial a fondos buitre en Madrid, pasando por losproyectos de transformación y desplazamiento socioespacial en barrios como Malasaña, en la misma ciudad, o las campañas y programas que impulsan las Smart Cities, en Barcelona o A Coruña. Estos ejemplos coinciden en dos cuestiones básicas: la consideración de la ciudad como un generador de rentas, ya sea a través del suelo o de los servicios que proporciona a sus habitantes, y la colaboración, cuando no el impulso, de las instituciones municipales en la consecución de sus objetivos. La última frontera del capitalismo, como afirmara el geógrafo Neil Smith.

La cuestión es que, para poder extraer hasta la última gota de los beneficios que producen las ciudades, es necesario transformarlas primero en otra cosa, aunque también durante el proceso es posible obtener grandes plusvalías. Una ciudad conformada por vecinos y vecinas activos, donde prevalecen valores de uso frente a valores de cambio, autogestionaria, reivindicativa, social e inquieta no seduce, desde luego, al capital. Para éste, una ciudad atractiva es una ciudad de y para el consumo, pacificada, poblada de relaciones sociales neutras, limpia, ordenada y callada. Aquella que, desde determinadas instancias políticas, se suele señalar como lejos de la incertidumbre y la inseguridad. Y es aquí donde aparece el urbanismo como elemento transformador.

El barrio del Poblenou, en Barcelona, es un buen ejemplo de todo ello. Objeto de deseo desde hace décadas, el viejo Manchester catalán, poblado durante años por fábricas y chimeneas es, hoy día, el reino de las clases medias. Con el derribo, al final de la década de los 80 del pasado siglo, de parte de su obsoleto tejido industrial para situar en él la Villa Olímpica de los Juegos del 92, comenzó un proceso de transformación social digno de la más absoluta de las utopías sociales. Además, la Villa Olímpica no fue un hecho aislado. A lo largo de los siguientes años siguieron cayendo fábricas y levantándose bloques de viviendas para rentas medias y altas y donde, históricamente, había existido un solo barrio, con una identidad fuertemente obrera y cooperativista, aparecieron cinco nuevas unidades altamente dispares. Tan dispares que, en el distrito del que forman parte, se encuentran algunos de los barrios más ricos y más pobres de Barcelona. La propia Villa Olímpica, con un indicador de renta familiar disponible (según datos de 2012) de 146,6, sobre un total de 100 considerando a la totalidad de la ciudad, y el Besòs con un índice que, a duras penas, supera el 50. El proceso es dinámico, pues en solo cuatro años dichas diferencias han aumentado. Para el capital una ciudad atractiva es una ciudad de y para el consumo, pacificada, poblada de relaciones sociales neutras, limpia, ordenada y callada

Por otro lado, el capital simbólico del barrio, su identidad, cuando no ha desaparecido, es usado por parte de las empresas turísticas como un reclamo más. Las nuevas familias que habitan sus calles, formadas por jóvenes profesionales con niños y niñas en edad escolar, se han acercado al barrio, en parte, por su localización cercana a la playa, pero también por su carácter amable, casi de pueblo. Los precios del suelo no hacen más que subir repercutiendo directamente sobre los alquileres y los importes de compraventa de viviendas y locales, y los más jóvenes, casi recién llegados a un mercado laboral cada vez más precario, ven imposible seguir en el barrio de sus padres, mudándose a otras zonas más asequibles. Mientras, antiguos negocios, bares y ultramarinos de toda la vida cierran, y tiendas de muffins, bares, restaurantes, terrazas y más terrazas aparecen. Su protagonismo es tal que los vecinos de toda la vida son parte de su clientela. El proceso de transformación social llega, así, al interior de las personas.

Algunos llaman a este proceso gentrificación, o elitización si a uno no le gustan los neologismos, pero lo que es evidente es que no es un hecho aislado sino el resultado de las políticas urbanísticas, y sobre lo urbano, que se desarrollan hoy día en nuestras ciudades. El urbanismo no es neutro, sino que está cargado de intencionalidad, la intencionalidad de transformar nuestros barrios y ciudades desde espacios de uso a espacios de consumo, y donde la desigualdad social no es un daño colateral, sino el fin último del proceso.

Fuente original: https://www.diagonalperiodico.net/global/24946-urbanismo-y-desigualdad-social-barrio-barcelona.html